La alimentación constituye uno de los problemas más importantes con los que se enfrentan los adultos responsables de los niños en edad escolar.
En esta etapa, la voluntad infantil lleva a los niños a elegir cosas en general –y alimentos en particular– según su percepción sensitiva: colores, sabores, textura, etc. Habitualmente los alimentos elegidos con este criterio no se corresponden con los más adecuados para el desarrollo infantil y sí con los más deficitarios en nutrientes y perjudiciales para la salud.
Esta situación de elección de alimentos poco nutritivos no conduce a una malnutrición más o menos severa. Habitualmente el problema clínico que aparece es el desarrollo de estados carenciales, sobre todo en micronutrientes. Esto se debe a que las fuentes alimentarias de estos nutrientes pertenecen al grupo de alimentos peor tratados por la población infantil: verduras, frutas frescas y pescados. Las deficiencias en vitamina D, ácido fólico y zinc son las más comunes entre los escolares de las sociedades industrializadas.
El objetivo de padres, educadores y demás responsables de los escolares es el bienestar del niño. En la consecución de este objetivo interviene de forma decisiva la buena práctica alimentaria.
Cómo alimentar bien a los niños constituye a veces un problema y puede llenar de dudas a los que tienen que diseñar las dietas y los menús diarios. Para apoyar en esta tarea intentare, a través de este articulo, repasar aquellos puntos que es necesario conocer para elaborar una dieta adecuada y que pueden facilitar mucho su diseño.
Lo que hay que saber…
Es importante tener en cuenta que alimentar adecuadamente es algo más que proveer de alimentos suficientes para el crecimiento del cuerpo. En una alimentación adecuada intervienen además de una buena selección de alimentos, la situación sociofamiliar, los hábitos y costumbres (alimentarios, religiosos, etc.), la educación, el nivel cultural, etc. A todo esto hay que añadir la adaptación al momento fisiológico del niño o posibles situaciones especiales como preoperatorios, tratamientos con antibióticos, veranos, períodos de mayor actividad física o psíquica, etc., que a veces hacen obligada la suplementación o modificación de la dieta habitual.
En cada comida de las que hemos llamado importantes (desayuno, almuerzo y cena) se deben incluir la mayor parte de los alimentos. Hay que tener en cuenta que:
-Se debe aportar al menos medio litro de leche diario.
-Se deben evitar las grasas animales; sobre todo evitar los dulces industriales.
-Se deben incluir diariamente alimentos ricos en fibra (fruta y verduras).
-Se deben excluir en lo posible colorantes y conservantes.
-No se debe sustituir la fruta fresca por zumos; son alimentos complementarios.
-Se deben dejar los fritos y precocinados para situaciones especiales, no como alimento habitual.
-Las tartas y dulces, si pueden ser caseros, mejor. En cualquier caso, tampoco deben formar parte de la dieta habitual.
-Se debe incrementar el consumo de cereales integrales (pasta, arroz, pan,etc) diariamente y no abusar de los refinados, ya que aportan menos nutrientes y fibra.
- Se deben tomar legumbres (lentejas, garbanzos, judias,etc) al menos tres veces en semana.
-Se debe incrementar el consumo de cereales integrales (pasta, arroz, pan,etc) diariamente y no abusar de los refinados, ya que aportan menos nutrientes y fibra.
- Se deben tomar legumbres (lentejas, garbanzos, judias,etc) al menos tres veces en semana.
El número de comidas
Al menos deben ser cinco las que se realicen cada día. De ellas tres deben ser más fuertes y soportar la mayor parte de la energía y nutrientes. En nuestra sociedad se reconocen así el desayuno, la comida de mediodía y la cena. Las otras dos comidas son de sostén y más ligeras. Esta característica no debe propiciar el aporte de alimentos superfluos, deben ser comidas complementarias y en ellas se pueden aportar aquellos alimentos que requieren un mayor número de raciones diarias, como son la leche, la fruta y los cereales.